3 dic 2012

Matar a Carrero (I)

Yo tenía seis años cuando asesinaron a Carrero, así que no guardo recuerdos personales del atentado. Sin embargo, tengo grabada en la memoria la imagen del coche (un Dodge 3700 GT, no un Dart, como erróneamente se dice a menudo) volando por los aires. La culpa es de Emilio Ruiz del Río, el genio de los efectos especiales que reprodujo el atentado para "Operación Ogro" (1979), la película de Gillo Pontecorvo.





En el 25º aniversario del magnicidio, en febrero de 1998, Antena 3 emitió de madrugada un reportaje titulado "Carrero: un caso cerrado" que revelaba aspectos del atentado que al menos yo desconocía por completo. Sus responsables, Carlos Estévez y Francisco Mármol, publicaron también un libro, "Carrero. Las razones ocultas de un asesinato", en el que abundaban en su tesis: detrás de la llamada operación Ogro no estaba sólo ETA. Ese mismo año, Informe Semanal dedicaba también uno de sus reportajes al asesinato.

Una década más tarde presenté a TVE un proyecto de miniserie de dos capítulos titulado "Matar a Carrero" (que durante el desarrollo pasó a llamarse "El asesinato de Carrero Blanco"). Además del libro de Estévez y Mármol, las fuentes de información más importantes que manejamos Mercedes Cruz y yo para escribir el guión fueron "Golpe mortal" -el magnífico trabajo periodístico que Ismael Fuente, Joaquín Prieto y Javier García coordinaron al frente del Equipo de Investigación de El País-, la biografía del almirante que escribió Javier Tusell y el impagable "El día en que mataron a Carrero Blanco" de Rafael Borrás Betriú, un tesoro documental de todo lo publicado en la prensa los días posteriores al atentado. Leímos también libros sobre la historia de ETA, la biografía de Argala escrita por Iker Casanova y Paul Asensio, y, por supuesto, "Operación Ogro", de Eva Forest (alias, Julen Agirre).


Ilustración del documento que presentamos a TVE (de clara inspiración
warholiana) y que usamos luego para la portada de los guiones.

Escribir una ficción a partir de hechos reales es siempre delicado. La dramatización supone necesariamente simplificar, adaptar y en ocasiones inventar personajes y situaciones que permitan contar la historia dentro de los límites impuestos por la narración. La responsabilidad de quien recrea hechos históricos es la de ofrecer un relato coherente y plausible. En este caso concreto, nosotros nos propusimos ofrecer una versión de lo sucedido que explicara, o al menos intentara explicar, las muchas incógnitas que rodean el asesinato de Carrero.

El resultado, "El asesinato de Carrero Blanco", es una miniserie de dos capítulos dirigida por Miguel Bardem e interpretada en sus principales papeles por Unax Ugalde, José Ángel Egido, Pedro Casablanc, Enrique Villén, Anartz Zuazua, Luis Bermejo y Chiqui Fernández (al frente de un larguísimo y extraordinario reparto).

En el guión cambiamos los nombres de la mayoría de los personajes reales, salvo el de Carrero y los de sus ministros. El motivo fundamental es que, como he dicho antes, la ficción obliga a tomarse algunas libertades que no siempre se corresponden exactamente con la biografía del retratado. Por poner un ejemplo, durante los casi dos años de preparación de lo que primero iba a ser un secuestro pero terminó en asesinato, pasaron por Madrid más de treinta etarras, número que nosotros reducimos a media docena. De este modo, actitudes y acciones atribuidas a diferentes personas reales se concentran en nuestra historia en un número menor de personajes. José Miguel Beñarán, alias "Argala", se convierte así en "Arriaga" (el mismo nombre que tenía en "Operación Ogro" de Pontecorvo), un personaje que aunque incorpora algunos rasgos del etarra (los puritos que solía fumar, que no supiera hablar euskera...) no pretende ser el reflejo exacto de su personalidad.




En este conjunto de imágenes de Argala/Arriaga/Ugalde (arriba) y de Carrero/Egido (abajo) puede apreciarse el gran trabajo de caracterización que llevó a cabo el equipo de maquillaje y peluquería (Miguel Sesé). En el caso del almirante, el esfuerzo por reproducir con la mayor exactitud posible el físico de la figura histórica es evidente, mientras que con Arriaga la vocación es la de ofrecer un parecido razonable acorde con la diferente aproximación desde el guión a ambos personajes.






En la medida de lo posible, sin embargo, mantuvimos la máxima fidelidad a detalles que pueden pasar desapercibidos al espectador pero que confieren verdad a la historia. Por ejemplo, en las dependencias de Presidencia del Gobierno de la época estaban colgados los retratos de Prim, Cánovas, Canalejas y Dato, todos ellos jefes de gobierno antes que Carrero y todos ellos también asesinados. Esa siniestra premonición está presente en la primera secuencia en el despacho del almirante.


José Luis Torrijo (Santonja, jefe del SECED) contemplando los retratos de Cánovas del Castillo y Eduardo Dato.

Los actores elegidos para interpretar a los etarras son vascos y sus edades se corresponden con las de los integrantes del comando "Txikia"; ninguno había cumplido en aquel entonces los treinta años. Asimismo, las secuencias entre personajes que hablan euskera o francés son en esos idiomas y siempre que pudimos hacerlo rodamos en las localizaciones originales, como la iglesia de San Francisco de Borja en la calle Serrano de Madrid.


José Ángel Egido (Carrero) y Unax Ugalde (Arriaga) en el interior de San Francisco de Borja.
Anartz Zuazua (Goyen) y Unax Ugalde (Arriaga) en el puerto de Ciboure/Ziburu.

Obviamente reprodujimos con la mayor fidelidad posible elementos tan reconocibles como el Dodge destrozado por la explosión, pero también otros prácticamente desconocidos, como por ejemplo el vestido que la mujer de Carrero Blanco llevó a la boda de Carmen Martínez-Bordiú.


Carrero y su mujer, Carmen Pichot, volviendo de la boda de la nieta de Franco. El departamento de vestuario (Elena de Lorenzo) confeccionó tanto el uniforme de gala de Carrero como el conjunto de su esposa.
Foto de la revista "Hola"


En lo que se refiere a nuestra versión de lo ocurrido, la hipótesis que plantea "El asesinato de Carrero Blanco" se sustenta en una serie de hechos probados que cuando menos contradicen lo que podríamos llamar la versión oficial del atentado. (Para evitar spoilers, lo explicaré en otra entrada después de la emisión en TVE de los dos capítulos de la miniserie)

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